L. Woolley, excavando una figurilla de al menos 4.000 años en el altar de Hendursag (1930–31) |
Ahora la capilla está desmantelada, sin remedio, porque las ruinas de Ur, al descubierto, van desmoronándose bajo la lluvia y el viento y están otra vez envueltas por la arena.
(Ur, la ciudad de los caldeos. 1929)